Por: Carlos Andrés Gallegos Valdez
Juan Manuel Márquez fue valiente, ese es un hecho. Su preparación previa fue la adecuada, nadie lo niega. El mexicano posee una resistencia envidiable, calidad en sus puños, gran físico, y es de los mejores del mundo. Pero el sábado pasado en Las Vegas fue barrido por el estadounidense Floyd Mayweather Jr., en decisión unánime, con tarjetas de 120-107, 119-108 y 118-109. No hubo milagro.

Lejos de las encendidas porras que algunos periodistas hicieron a Márquez, la realidad nos mostró por qué Mayweather, hasta antes de su retiro de casi dos años, es cinco veces campeón mundial. Fue amo y señor de toda la pelea, demostró que es el mejor del mundo al momento de contragolpear y defender golpes, y hasta tumbó al mexicano con un gancho de izquierda en el segundo asalto. Conectó 290 golpes contra 69 del púgil azteca en los 12 rounds, signo evidente del dominio de Mayweather, que cumplió con el favoritismo que los expertos le etiquetaron.
Del mexicano Márquez, sólo destacar su valentía y preparación física, que le permitió mantenerse en pie todo el combate. Sin embargo, fue superado al no conectar muchos golpes y mostrarse inofensivo ante el repertorio de golpes de su oponente. El apoyo en las tribunas al nacido en el D.F. sorprendió por su magnitud, pero no correspondió a lo que sucedió en el ring.
Al final, la tan cacareada “pelea del año”, la promocionada batalla de peso welter, será olvidada en poco tiempo. Además del hecho de que solo existió un sólo boxeador en el MGM Grand de la “ciudad del juego”, no podemos omitir las inverosímiles ventajas que le permitieron a Floyd Mayweather. La más importante, sin duda, la cuestión del peso. La irresponsabilidad de los jerarcas de un deporte prostituido por el dinero y las cifras millonarias empañaron un combate que no debió disputarse en semejantes circunstancias. En un deporte donde los pesos está reglamentados para otorgar igualdad en las peleas, dejar que el estadounidense luchara con dos libras de más, previa multa de 600 mil dólares (que pararon al bolsillo de Márquez), tiró por el retrete la posibilidad de una contienda más pareja y dañó la frágil credibilidad del boxeo, secuestrado por los intereses de promotores y televisoras carentes de ética. Unos podrán señalar que se le castigó a Mayweather con la multa, pero si consideramos que el americano se embolsó 10 millones de dólares en ganancias gracias a éste combate, el correctivo terminó siendo un ridículo. Aún así, no fue factor para la inobjetable derrota de Márquez, quien a su vez se embolsó 3.5 millones de dólares más los 600 mil que le cedió Mayweather por el sobrepeso.
Otro factor, más personal, fue la deficiente transmisión de Televisa en su señal para la televisión abierta. De entrada, transmitieron la pelea a la media noche con 30 minutos, un insulto para quienes esperamos ver el combate estelar ante la imposibilidad de comprar el pago por evento. Además, otro problema que terminó por enterrar la pelea consistió en el carácter “amistoso” de la pelea, es decir, no hubo ningún título de por medio, lo que reforzó la noción de la batalla como una preparación de Mayweather para enfrentar a hipotéticos contrincantes de su peso como Shane Mosley, Cotto o Manny Pacquiao.
Pero lo anterior no es excusa, Márquez (50-5-1, 37 KO’s) perdió porque tuvo un mejor boxeador enfrente, quien no se decidió a noquearlo. No se puede ganar una pelea conectando un promedio de seis golpes por episodio, dos por minuto, así de simple. Mayweather (40-0, 25 KO’s), quien sigue invicto, demostró la validez de su leyenda boxística, que lo hace ser uno de los mejores de la historia.
Del mexicano Márquez, sólo destacar su valentía y preparación física, que le permitió mantenerse en pie todo el combate. Sin embargo, fue superado al no conectar muchos golpes y mostrarse inofensivo ante el repertorio de golpes de su oponente. El apoyo en las tribunas al nacido en el D.F. sorprendió por su magnitud, pero no correspondió a lo que sucedió en el ring.
Al final, la tan cacareada “pelea del año”, la promocionada batalla de peso welter, será olvidada en poco tiempo. Además del hecho de que solo existió un sólo boxeador en el MGM Grand de la “ciudad del juego”, no podemos omitir las inverosímiles ventajas que le permitieron a Floyd Mayweather. La más importante, sin duda, la cuestión del peso. La irresponsabilidad de los jerarcas de un deporte prostituido por el dinero y las cifras millonarias empañaron un combate que no debió disputarse en semejantes circunstancias. En un deporte donde los pesos está reglamentados para otorgar igualdad en las peleas, dejar que el estadounidense luchara con dos libras de más, previa multa de 600 mil dólares (que pararon al bolsillo de Márquez), tiró por el retrete la posibilidad de una contienda más pareja y dañó la frágil credibilidad del boxeo, secuestrado por los intereses de promotores y televisoras carentes de ética. Unos podrán señalar que se le castigó a Mayweather con la multa, pero si consideramos que el americano se embolsó 10 millones de dólares en ganancias gracias a éste combate, el correctivo terminó siendo un ridículo. Aún así, no fue factor para la inobjetable derrota de Márquez, quien a su vez se embolsó 3.5 millones de dólares más los 600 mil que le cedió Mayweather por el sobrepeso.
Otro factor, más personal, fue la deficiente transmisión de Televisa en su señal para la televisión abierta. De entrada, transmitieron la pelea a la media noche con 30 minutos, un insulto para quienes esperamos ver el combate estelar ante la imposibilidad de comprar el pago por evento. Además, otro problema que terminó por enterrar la pelea consistió en el carácter “amistoso” de la pelea, es decir, no hubo ningún título de por medio, lo que reforzó la noción de la batalla como una preparación de Mayweather para enfrentar a hipotéticos contrincantes de su peso como Shane Mosley, Cotto o Manny Pacquiao.
Pero lo anterior no es excusa, Márquez (50-5-1, 37 KO’s) perdió porque tuvo un mejor boxeador enfrente, quien no se decidió a noquearlo. No se puede ganar una pelea conectando un promedio de seis golpes por episodio, dos por minuto, así de simple. Mayweather (40-0, 25 KO’s), quien sigue invicto, demostró la validez de su leyenda boxística, que lo hace ser uno de los mejores de la historia.
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